Martes, 21 Enero 2014 10:00

Abuelitos partieron de cero tras recibir las llaves de su casa

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Incluso ahora están aprendiendo computación y artesanía con talleres impartidos por la Oficina del Adulto Mayor de la Municipalidad de San Antonio

La vida les dio un giro positivo que no esperaban a los 20 abuelitos que fueron beneficiados con una casa en comodato en el “Condominio de Viviendas Tuteladas para el Adulto Mayor” entregadas por el Senama a mediados de 2013.

Historias donde el hacinamiento, las tristeza y la falta de un lugar cómodo donde vivir quedaron atrás, cuando los ancianos llegaron a disfrutar de este conjunto habitacional ubicado en calle alcalde Reinaldo Barahona en el sector de Bellavista, donde actualmente están participando en diversos talleres impartidos por monitores de la oficina del Adulto Mayor de la municipalidad de San Antonio.

“Estuve encerrado durante seis meses, no salía de la casa. Fue peor que estar preso porque los reos no están incomunicados por tanto tiempo”, recuerda Iván Durán de 65 años la etapa más dura que ha debido enfrentar.

El motivo de su tristeza radica en que debido a una cruda enfermedad perdió la vista, quedó sin recursos económicos y completamente solo.

“Cuando el médico me dijo que iba a quedar no vidente producto de la diabetes lo que al final sucedió me dejó muy mal. Quedé sin ingresos, sin trabajo, lo vendí todo, casa, auto y quedé sin nada, incluso sin familia. Ahora acá estoy feliz, volví a tener una casa buena con harto resguardo porque los monitores de la municipalidad se preocupan de nosotros”, relató mientras su mascota “Kenita” jugaba a sus pies.

En el caso de Graciela Rozas, de 67 años la realidad que está viviendo es completamente opuesta a la que enfrentó durante largo tiempo.

“Antes estaba deprimida porque no tenía un momento de tranquilidad. Viví en la casa de una hermana donde compartíamos la vivienda 17 personas. Vivíamos amontonados”, rememora pensativa en el comedor de su hogar.

Sin embargo, hoy está motivada participando de varios talleres, incluso aprendió computación.

“Estoy feliz acá porque se me abrió otro mundo. Aprendí computación y he participado de talleres de sicología que nunca había imaginado”, cuenta sonriente.

La historia de Emilio Morgado de 78 años, estuvo marcada por las dramáticas condiciones en que tuvo que vivir antes de llegar a este recinto donde habitan en total 20 abuelitos.

“Viví en un garage sin agua, sin luz, se llovía entero. También estuve en una mediagua en una toma. En cambio aquí la vida me cambió, aunque estoy perdiendo la vista, estoy tranquilo porque tengo donde dormir sin pasar frío, baño y cocina. Estoy muy agradecido por la ayuda”, acotá con humildad.

 

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